domingo, 2 de febrero de 2014

¿Por qué el ejercicio físico ayuda a los escolares a obtener mejores notas?

Un estudio con 5.000 escolares confirma una relación directa entre los minutos dedicados al ejercicio y la mejora de las calificaciones académicas. Aumenta la materia gris en zonas del cerebro implicadas en la memoria, aprendizaje y logro de objetivos a largo plazo.

El sedentarismo es una de las principales causas de obesidad entre niños y adolescentes, con el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2 o hipertensión, patologías al alza entre los más jóvenes. Sin embargo, no es el único perjuicio que puede causarles. La falta de actividad física repercute también en el funcionamiento y desarrollo de su cerebro. Por el contrario, cada vez más estudios resaltan la relación positiva entre la actividad física y un mejor funcionamiento cerebral, una creencia que surgió en la antigua Grecia y que ahora la neurociencia corrobora.

Relacionando actividad física y resultados académicos, los investigadores concluyen que hay una relación positiva entre el rendimiento académico y la actividad física, que se mantiene a largo plazo (entre los 11 y los 16 años valorados). Además han observado que las chicas, con la ayuda del ejercicio, obtienen mejores calificaciones en las asignaturas de ciencias. Un dato interesante para conducir las recomendaciones de la Comisión Europea de alentarlas para que se matriculen en ese tipo de carreras universitarias. 

En ambos sexos, el ejercicio tenía un efecto dosis/respuesta en las calificaciones académicas. Es decir, cuanto más intenso era el ejercicio realizado, mayor era el incremento de las calificaciones. En concreto, a los 16 años, para los chicos por cada 17 minutos adicionales realizados al día a los 11 años sobre la media (29 minutos) mejor era su puntuación; mientras que las chicas lograban lo mismo con cada 12 minutos extra sobre los 18 minutos que como media dedicaban a la ejercicio moderado o intento a esa edad. 

A la vista de este incremento en las calificaciones, los investigadores se preguntan que ocurriría si los escolares llegaran a los 60 minutos diarios de ejercicio recomendados por la Comisión Europea, que no se cumplen en casi ningún país, incluido el nuestro. 

Eso, sí, hay que tener en cuenta que el ejercicio es sólo un “multiplicador” de los resultados académicos. El otro factor de la multiplicación son las horas de estudio, y como es bien sabido, por mucho ejercicio que se practique, cualquier número multiplicado por cero -horas de estudio- sigue siendo cero.
Según el estudio, la práctica de ejercicio parece aumentar la concentración de los chavales, lo que permite que dediquen durante las clases más tiempo a las explicaciones del profesor, y se reducen los problemas de conducta en las aulas.

El mediador de todos estos efectos beneficiosos en el cerebro es el Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro (BDNF), que tiene probados efectos neuroprotectores, que se produce en varias regiones del cerebro cuando se hace ejercicio, y en especial en el hipocampo, implicado en el aprendizaje y la memoria, como demostró una investigación de la Universidad de California. Este Factor Neurotrófico es importante para la supervivencia de las neuronas, así como para la formación de dendritas y sinapsis. Es fundamental también en la plasticidad sináptica, es decir, en la capacidad de modificar la comunicación entre las neuronas en respuesta a las demandas del entorno. 

Una proteína llamada irisina, recientemente descubierta, que se produce en el músculo durante el ejercicio de resistencia, parece tener un doble papel: por un lado ayuda a quemar la grasa perjudicial para la salud y por otro favorece la producción del BDNF en el cerebro, responsable de los efectos beneficiosos de la actividad física. 

En definitiva, mover los músculos no sólo ayuda a mantener la salud física, sino la mental. Y esta práctica debe promoverse desde la infancia, cuando los circuitos cerebrales están en formación.


 Fuente y artículo completo: ABC.es