El Eurobarómetro sitúa a los escandinavos como los más activos y a los españoles entre los menos. Unas infraestructuras más favorables y la tradición atlética explican las diferencias.
Fuente: Eurobarómetro / EL PAÍS
Hay muchas facetas que distinguen a suecos, finlandeses o daneses de
los españoles. Por ejemplo, el ejercicio que practican. O, mejor, el que
no practican. En Suecia, la tasa de personas que no hace nunca deporte
es minoritaria: solo alcanza el 9%. En Finlandia, es del 15%, y en
Dinamarca, del 14%. En España la cifra es de 44%: casi uno de cada dos
ciudadanos no hace ningún tipo de deporte. Los últimos datos del Eurobarómetro sobre actividad física
elaborado por la Comisión Europea dibujan un continente dividido:
mientras los países del norte son físicamente más activos, a los del sur
y el este les cuesta más estirar los músculos.
Los datos de España no son buenos, pero tampoco son los peores. El
60% de los rumanos o de los italianos nunca hace ejercicio. Tampoco el
64% de polacos, el 75% de los malteses o el 78% de los búlgaros. La
media europea muestra que el 42% no se calza nunca las zapatillas de
deporte (37% de hombres, 47% de mujeres).
Pero el que España no esté al final de la cola no quiere decir que no
haya motivos para preocuparse por la falta de hábitos deportivos. Lo
alertó ayer la comisaria de Deportes de la Unión, Androulla Vassilou,
quien señaló que, en términos generales, los resultados del estudio —una
encuesta a 28.000 ciudadanos— “confirman la necesidad de tomar medidas
para animar a más personas a integrar la actividad física como parte de
su vida. Esto es crucial, no solo en términos de salud individual,
bienestar e integración, sino por los costes económicos resultantes de
la falta de actividad”.
La inquietud por los efectos del sedentarismo está muy extendida
entre la comunidad médica. La inactividad física es el cuarto factor de
riesgo de la mortalidad mundial (se atribuyen a esta causa el 6% de las
muertes registradas en el mundo), según la Organización Mundial de la
Salud (OMS). Es responsable de entre un 21% y 25% de los cánceres de
mama y colon, el 27% de casos de diabetes y se vincula al 30% de la
cardiopatía isquémica.
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