La actividad física está asociada con un menor riesgo de varias
enfermedades relacionadas con la edad, así como con una mayor
longevidad.
Una hipótesis relaciona la longitud de los telómeros con el envejecimiento. Los telómeros se encuentran en ambos
extremos de cada cromosoma, protegen al genoma de la degradación
nucleolítica y desempeñan un papel vital en la preservación de la
información en nuestro genoma. Como un proceso
celular normal, una pequeña porción de ADN telómerico se pierde con cada
división celular. Cuando la longitud del telómero alcanza un límite
crítico, la célula muere. La longitud del telómero por lo tanto puede
servir como un reloj biológico para determinar la vida útil de una
célula y un organismo.
Varios informes han demostrado también que telómeros más largos se asocian con mayores niveles de actividad física, lo que indica un posible vínculo entre la actividad física, la reducción de enfermedades relacionadas con la edad y la longevidad.
Varios informes han demostrado también que telómeros más largos se asocian con mayores niveles de actividad física, lo que indica un posible vínculo entre la actividad física, la reducción de enfermedades relacionadas con la edad y la longevidad.
Song y colaboradores (2010) han demostrado que la duración del
ejercicio se correlaciona inversamente con los biomarcadores del daño en
el ADN y los telómeros y con la expresión de p16, un biomarcador del
envejecimiento de las células humanas. El ejercicio puede reducir la
grasa dañina y ayudar a movilizar los productos de desecho para su
rápida eliminación, lo que origina la disminución del estrés oxidativo y
a la conservación del ADN y los telómeros.
Werner y su equipo (2009)
observaron en los ratones que el ejercicio se asocia con la actividad
elevada de la telomerasa y la supresión de varias proteínas de la
apoptosis, incluyendo la p53 y la p16. Por otra parte, estos autores
también vieron que los leucocitos de los atletas humanos poseían una
actividad elevada de telomerasa y una disminución del acortamiento del
telómero, cuando se les comparó con los no atletas. Así pues, el
ejercicio parece estar asociado con la reducción del estrés oxidativo y
con el aumento de la expresión de las proteínas estabilizadoras del
telómero y por lo tanto puede disminuir el ritmo del envejecimiento y la
aparición de las enfermedades relacionadas con la edad.
Recientes publicaciones de la Universidad de Corea (2012)
informan que las mujeres se benefician por el mantenimiento de la
longitud del telómero debido al estrógeno, pero esto disminuye con la
menopausia. Sin embargo dicho estudio concluye que el ejercicio físico
habitual se asocia con una mayor longitud de los telómeros en las
mujeres posmenopáusicas. Este hallazgo sugiere que el ejercicio físico
habitual en mujeres posmenopáusicas puede reducir el desgaste de los
telómeros.
Ludlow AT, Witkowski S y colaboradores (2012) confirman una vez
más que a largo plazo el ejercicio altera la dinámica de los telómeros,
relentizando los problemas relacionados con la edad.
Incluso estudios
de Jacobs TL, Epel ES (2011) sugieren que la meditación y el
cambio psicológico positivo contribuyeron a un aumento en la actividad
de la telomerasa, con implicaciones para la longitud de los telómeros y
la longevidad.
Sin embargo, es significativo revelar que algunos estudios han
mostrado que atletas que acumulan fatiga crónica, como son los
corredores, que no dejan descansar al organismo debido a unos volúmenes y
frecuencias de entrenamiento excesivamente elevadas, poseen esta
estructura más corta que deportistas de alto nivel de disciplinas que
involucran el entrenamiento de la fuerza (Collins et al., 2003).
Fuente y artículo completo:
Urrizaga Mariano y Varela Mauricio. Envejecimiento, Telómeros y Rol del Ejercicio Físico. Importancia del Entrenamiento de Fuerza. 2012. http://www.gefientrenamiento.com.ar/?p=1348
Urrizaga Mariano y Varela Mauricio. Envejecimiento, Telómeros y Rol del Ejercicio Físico. Importancia del Entrenamiento de Fuerza. 2012. http://www.gefientrenamiento.com.ar/?p=1348