Vivimos en un mundo muy diferente al que ha tenido que hacer frente la humanidad a lo largo de su evolución. Actualmente, ya no tenemos que andar kilómetros para conseguir comida, como mucho andamos un rato hasta el supermercado o vamos en coche; ya no pasamos hambre, sino que tenemos alimentos altamente energéticos en el frigo o la despensa; ya no nos acostamos cuando se pone el sol, sino que tenemos luz eléctrica y aparatos electrónicos que nos mantienen despiertos hasta altas horas de la noche; ya no nos exponemos a las variaciones de temperatura, sino que ponemos la calefacción en invierno y el aire acondicionado en verano.
La comodidad no está mal, pero un exceso de comodidad en nuestras vidas nos hará más débiles y vulnerables. Nuestro cuerpo necesita pequeños estresores para fortalecerse y mantener su salud. Esto es lo que demandan nuestros genes ya que es lo que han tenido que hacer frente durante centenares de miles de años. Séneca ya nos lo indicaba hace 2000 años.
En este vídeo, Claudio Nieto Maestre nos muestra la evidencia científica sobre los beneficios de la exposición al frío, un aspecto fundamental incluido dentro del pilar de la salud relacionado con la conexión con la naturaleza.
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